
Te presentí en el viento, al rozar mi rostro.
Te presentí en la roca desnuda de la playa,
En el sonido del pino, en la montaña
Y en la crecida corriente de mi río.
Te busqué tras las nubes, en el cielo,
Más allá del horizonte indefinido
Donde el pájaro azul duerme su sueño
Y en el recóndito secreto de mi anhelo.
Corrí por el sendero de tus días
Desde mi vientre pleno y extasiado,
Contando pulsaciones y distancias
Hasta entender la absoluta blancura de tu alma.
Siempre fuiste presencia, tal agua viva.
Alegraste los días marcados por rutina.
Tus sueños y mis sueños se juntaron
En dulce sinfonía de colores.
Luego llegó tu ausencia intemperada
Que rasga la noche con mi llanto
Y aunque el presentimiento es claro y diáfano
Se duele y desespera este cansancio.
Como un rapsoda que canta sus poemas
Voy por los campos sintiendo tu presencia,
Porque mis versos y tus versos se confunden
En el abrazo artero de la muerte.